martes, 6 de marzo de 2012

Los 10 errores más comunes en una entrevista

En el artículo anterior, redefinimos la entrevista como una visita de venta en lugar de un interrogatorio en donde nos presentamos a responder de manera limitada preguntas. Igualmente, indicamos que el peor error que se comete es no prepararse para la entrevista. Por su parte, hay múltiples errores adicionales que se cometen.




Analicemos entonces los errores más comunes que se cometen en una entrevista. A continuación mencionamos los cinco primeros. Los siguientes cinco los discutiremos en el siguiente artículo.



1. Tener una apertura débil: Todo buen vendedor tiene quizá un máximo de tres minutos para enganchar a su comprador. Igualmente, en una entrevista, tienes un máximo de tres minutos para crear un impacto favorable en tu reclutador y lograr que quiera seguir conociendo más de ti. Sin embargo, es sorprendente cuan poco se aprovechan estos tres minutos críticos. La primera pregunta de una entrevista suele ser abierta a manera de dar comienzo formal a la entrevista y darle la oportunidad al profesional que se venda frente a su entrevistador. Una pregunta en la línea de: "...platícame de ti...". La respuesta que prácticamente todos ofrecen consiste en narrar su cronología profesional en forma directa o inversa. Generalmente, a lo largo de 5, 10 o hasta 15 minutos. Esta manera, es sin embargo, la manera más inefectiva de abrir una entrevista. El reclutador seguramente ya cuenta con tu currículum vitae y no querrá que le vayas a leérselo nuevamente; es muy probable que ya lo haya leído. Se creativo y busca una manera de más impacto de abrir la entrevista. Aprovecha esos tres minutos clave para causar el mejor impacto al reclutador. Si tu apertura es muy débil es muy probable que tu destino se termine unos cuantos minutos posteriores a concluir la apertura.





2. No mantener contacto visual y no ofrecer una sonrisa: Es bien sabido que el arma más poderosa de la mercadotecnia es la sonrisa. Una sonrisa calma los ánimos de tensión durante la entrevista. Y, a pesar de ello, cuan poca se usa durante este foro. Entramos con los nervios a su máximo, sintiendo que estamos enfrentando a nuestro peor enemigo. La seriedad invade el rostro. Una seriedad absoluta. Piensas que lo mejor es guardar la máxima cordura y ello endurece la expresión, en ocasiones una cara de pocos amigos. Un poco la actitud de: "limítate a preguntarme lo menos posible porque no vengo de humor". La sonrisa tiene una repercusión inmediata en el entusiasmo, en la pasión y en la disposición. Igualmente, cambia la tensión en las cuerdas vocales y por tanto en el tono de la voz.



Por su parte el contacto visual suele ser sumamente errático durante la entrevista. Terminas volteando para todos lados sintiendo que una mirada fija pudiera mostrarte como una persona arrogante o intimidar inclusive a tu entrevistador. El contacto visual es clave para reforzar tus respuestas. Para reafirmar tu honestidad y seguridad (no me refiero a la arrogancia, pero la seguridad en ti mismo es clave durante la entrevista).





3. Responder desatinadamente a preguntas comunes: Las entrevistas suelen contener, invariablemente, unas cuantas preguntas que son iguales en todas las entrevistas. Ya sabes muchas veces que preguntas enfrentarás. Y sin embargo, fallas en prepararte debidamente y te pescas respondiendo lo mismo en todas las entrevistas. Respuestas improvisadas que lo único que hacen es comprometerte negativamente frente al reclutador. Sales de la entrevista, te flagelas, te castigas, te reprochas, pero finalmente, en la siguiente entrevista, enfrentas nuevamente la misma pregunta y vuelves a responder lo mismo. Errores que cometes una y otra vez. Las razones suelen ser variadas; "prefiero ser honesto, aunque ello me descalifique", "no sé que más responder", "me ganan siempre los nervios", "mi entrevistador era muy intimidante". Todas válidas, pero todas factores que nos dejan fuera de la carrera hacia la oferta de trabajo. La verdad es que la respuesta que ofreces que te compromete se debe a la falta de preparación.



Enfrentamos en las entrevistas preguntas tan comunes como: "Platícame de dos defectos"; "¿Cuáles son tus expectativas de sueldo?"; "¿Dónde te ves en cinco años"; o la pregunta más importante de la entrevista: "¿Por qué debería de contratarte?" Y te encuentras contestando de una manera limitada y errónea la mayoría de las veces. La preparación es clave. Es como un examen; el resultado suele ser proporcional al tiempo y dedicación de estudio. Los resultados rara vez son una cuestión de suerte.





4. No interpretar lo que hay detrás de la pregunta y sólo limitarte a responder lo que te preguntan en forma directa: Prácticamente todas las preguntas tiene un trasfondo. No son preguntas a la ligera. Sin embargo, al escuchar la pregunta se tiende a sólo enfocarse en la misma, sin identificar que hay de trasfondo. Detrás de toda pregunta suele haber otra pregunta; la pregunta detrás de la pregunta o la pregunta oculta. Se falla identificarla, y se responde sólo directamente la pregunta que verbaliza el entrevistador. Las preguntas directas suelen ser muy comprometedoras, en la índole de: "¿Cuál consideras que ha sido tu mayor fracaso?" Desafortunadamente, entonces al enfocarte sólo en la pregunta en sí, terminas dando una respuesta que te compromete de más. Se vierte la sinceridad en la mesa y terminas por darte un balazo en el pie. Despiertas un instante después de concluir tu respuesta a darte cuenta del error que has cometido para contrarrestarlo, sin darte cuenta que hacerlo, sólo termina echándole más leña al fuego. A veces es mejor, reconocer el error y quedarse callado. Parcharlo sólo conduce a un desenlace peor. Pero desafortunadamente, en tanto, sigas enfocándote solamente en la pregunta que formula el entrevistador, te verás tropezando una y otra vez ante las preguntas más comunes de la entrevista. Analiza las mismas. No te precipites a sólo responder la pregunta per-se en forma impulsiva. Piensa dos veces antes de responder.





5. No enfatizar las habilidades que comúnmente busca todo reclutador en todo profesional: Es interesante que tendemos a vendernos de una manera unilateral. Mencionando a lo largo de la entrevista sólo las habilidades que piensas que serán apreciadas por el reclutador, en lugar de identificar cuáles son las que más pudieran interesarle. Las respuestas terminan siendo un monólogo, unilaterales. Debes de mantenerte sintonizado al entrevistador todo el tiempo, a manera de ir identificando sus necesidades y por tanto modificando tu estrategia y respuestas a lo largo de la entrevista. Busca enfatizar las habilidades que consideras clave para el puesto. Sincronízate con la vacante. Es muy interesante, cuando un profesional que aspira una vacante en el área de ventas enfrenta la pregunta: "¿Qué es lo que más te frustra?" y la respuesta es: "el rechazo". Increíble, se está metiendo un balazo en el pie. La función de ventas debe lidiar con la tolerancia a la frustración y múltiples rechazos.



Identifica estos errores, corrígelos y prepárate previo a la entrevista. Estar preparado hace la diferencia. En el siguiente artículo analizaremos los siguientes cinco errores comunes en una entrevista.



6. Dar respuestas extensas, llenas de rollo pero de poco sustento, o limitarte a dar respuestas muy limitadas: Muchas veces te encuentras dando respuestas que nunca terminan. Se extienden las respuestas a 10, a veces, hasta 15 minutos. Las palabras nunca terminan, se dicen con una celeridad notoria, sin prácticamente pararse a tomar aire. Pareciera que entre más extensa es una respuesta, menos da lugar a otras preguntas. Mucha gente lo hace, en efecto para que se le pregunte menos. Entre menos preguntas - menos riesgo de tropezar. Pero aún así, las palabras sinfín terminan siendo las mismas. Palabras que redundan en lo mismo pero a la vez en nada. Respuestas superficiales, poco puntuales y muy vagas. En ocasiones al preguntarle a profesionales sobre cómo consideran que les fue en una entrevista, la respuesta suele ser: "Muy bien, no me preguntaron prácticamente nada". Más bien no preguntó mucho el entrevistador porque el candidato no le dio la oportunidad. Estaba buscando un momento para interrumpir y preguntar la siguiente y el candidato sin pausas no dio la oportunidad. Error, rotundo error. Entre menos te pregunten, menos interés en tu persona. Debes ser concreto, conciso y directo en tus respuestas, para dar lugar a que te pregunten más.



Por su parte es igual de malo limitarte a responder dos o tres palabras por pregunta. A veces un simple Sí o No. Muchas preguntas son en efecto cerradas, es decir, que implican una respuesta de Sí o No. Pero, si la mayoría de las mismas son cerradas y te limitas tan sólo a responder una monosílaba, entonces terminarás no vendiendo nada de ti. Podrás argumentar que te fue mal en la entrevista porque el reclutador era malo, pero recuerda que en la mayoría de las instancias tú estás más interesado en vender que el reclutador en comprar. Es tu obligación entonces venderte y no confiar en que el entrevistador te compre.







7. No conocer la organización para la cual te estás entrevistando: Es muy común que muchos candidatos se presenten a una entrevista sin saber a qué se dedica la empresa o qué productos o servicios ofrece. El desconocer la empresa con la cual te entrevistas es una terrible impresión para el entrevistador. Muchos de ellos están orgullos de pertenecer a la organización y se sienten ofendidos que ni siquiera conozcas la actividad de la misma. Peor aún, cómo pretendes venderte ante un comprador que ni siquiera sabes si lo que ofreces será de su interés. Conocer la empresa que te recluta es clave. Aún cuando sea lo mínimo, por lo menos asegura saber a qué se dedica la misma. Lo anterior, te permitirá responder a la pregunta, que nunca falta en una entrevista: "¿Por qué quieres trabajar en ABC?" Y no limitarte a responder lo mismo que muchos responden: "Porque es una empresa muy grande y reconocida".



8. Hablar demasiado de lo que tú quieres y poco de lo que puedes ofrecerle a la organización: Es interesante notar que la mayoría de los candidatos terminan hablando más de lo que quieren y ponen poco énfasis en lo que la empresa necesita. La justificación de ellos, es que mejor preguntan lo que ofrece la vacante desde un principio y evitan, así, estar perdiendo el tiempo en un puesto que quizá no es para ellos. Sin embargo, hablar de lo que deseas de un puesto, pedir concesiones y verbalizar caprichos, es un grave error en la entrevista. Cómo, pregunto yo, puede pretender saber una empresa cuánto quiere pagar por tus servicios profesionales - tu compensación, cuando aún no te conoce. Cómo puede cotizar un servicio profesional si no lo conoce. Evita hablar mucho de lo que tú quieres en las primeras entrevistas; deja esto para más adelante en el proceso o en entrevistas finales. Al pedir cercanía geográfica, horarios preferenciales y compensaciones excesivas, estarás desanimando al reclutador. Enfócate más en lo que tú puedes ofrecer; ofrece más y pide menos concesiones.







9. Dejarte llevar al enojo o darte por vencido a la mitad de la entrevista: Muchas entrevistas tienen sus momentos de tensión; momentos en los que el reclutador intencionalmente busca llevar al descontrol o al enojo al candidato. Y enfatizo intencionalmente, porque la gran mayoría de las veces no es personal. Claro está que si el entrevistador comienza a ponerse muy personal o cruzar algunas líneas delgadas, puedes tú decidir dar por terminada la misma. No se trata de que te irrespeten. Sin embargo, muchas instancias son intencionales, a manera de ver la forma en que reaccionas ante situaciones de presión. El entrevistador desea saber cómo reaccionarás ante instancias difíciles o de alta presión dentro de la empresa. Si te descontrolarás, si guardarás el profesionalismo o simplemente te quebrarás. Sintonízate a estas instancias intencionales, determina si no son personales y de no serlo, evita tomártelas personales. Prácticamente, todas las entrevistas están cuidadosamente estructuradas por el entrevistador y casi toda instancia de la misma tiene una razón de ser. Evita perder el control; recuerda que el que se enoja pierde.







10. No tener un cierre contundente y dejar que termine abruptamente la entrevista: Y llega el final de la entrevista. Un momento en donde la mayoría de las veces llegas completamente derrotado. Golpeado una y otra vez. En la esquina del cuadrilátero, habiendo sufrido un gancho tras otro. En donde lo único que pides es clemencia. Quieres tirar la toalla. Cuidado, el cierre es igual de importante que la apertura. Si dejas que termine abruptamente la entrevista sin tener un cierre sólido y fuerte, esta será la impresión que dejarás frente al entrevistador. Una imagen de derrota, que los golpes son demasiado para tu temple. Recuerda, a su vez, que una persona tiende a retener lo último que escucha. Asegura no debilitarte al final de la entrevista. Si te has debilitado a lo largo de la misma, busca reivindicarte. Es tu momento de dar tu 100% y cerrar con broche. Prepara previo a la entrevista la forma en que cerrarás la misma. Evita debilitarte, cierra con argumentos fuertes sobre el por qué te consideras el candidato ideal para ocupar la vacante. Se breve y conciso, no se trata de arrancarte otra media hora de palabras. Un cierre fuerte consolida tu perfil frente al reclutador. No improvises, ni caigas en palabras circulares. Con seguridad y con impacto, cierra bien la entrevista.


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