Los 50 son la etapa de la consolidación, la etapa
donde uno puede llegar a dar lo mejor de sí mismo; sin embargo, un profesional
o directivo que no ha seguido una trayectoria ascendente hasta esta edad,
difícilmente podrá dar un giro radical y empezar a lograr éxitos destacables.
Los tiempos han cambiado. A los 50 años, mucha
gente ya no es vieja, ni física ni mentalmente. A partir esta edad en teoría
las experiencias acumuladas evitan dar
muchos pasos en falso.
Ya no se tienen muchos obstáculos que dificultaron
la carrera profesional en las etapas anteriores. La educación de los hijos está
prácticamente terminada o en cualquier caso, bien encarrilada, la vivienda
habitual está pagada o próxima a serlo, y los objetivos profesionales ya no
ofrecen grandes dudas.
Con la madurez profesional se reducen las
posibilidades de utilizar métodos pasivos para la búsqueda y probablemente
el éxito se fundamentará en las
relaciones profesionales desarrolladas por el profesional o directivo.
El autoempleo se vuelve una opción que
probablemente corresponda a una vocación no realizada anteriormente debido a la
seguridad de ingresos, o sencillamente
porque no había necesidad de encontrar una salida tras la pérdida de un empleo.
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